Disfruta de las celebraciones locales que llenan de color y tradición nuestros pueblos a lo largo del año.

Cada 17 de enero el pueblo se engalana para honrar a San Antonio Abad con unas fiestas que combinan devoción, tradición y convivencia.

La víspera, el 16 de enero al anochecer, se enciende una monumental hoguera que ilumina la plaza y reúne a vecinos y visitantes en torno a sus llamas. Junto al fuego tiene lugar la popular “Fiesta del Cerdo”: se asan las primeras piezas, se comparten tapas y se improvisan mesas largas en la calle para una cena comunitaria que se alarga hasta altas horas. La velada culmina con una animada verbena, donde orquesta y bailes convierten la plaza en un auténtico salón al aire libre.

A la mañana siguiente, a las ocho en punto, el aroma a leña vuelve a impregnar el ambiente. Decenas de voluntarios se ponen manos a la obra para despiezar el cerdo, adobar la carne y elaborar embutidos caseros―longanizas, morcillas y chorizos―siguiendo recetas transmitidas de generación en generación. Mientras tanto, en la iglesia parroquial se celebra la misa mayor en honor al santo, seguida de la solemne procesión, en la que la imagen de San Antonio recorre las calles entre cánticos, cohetes y el repique de campanas.

La festividad concluye el 18 de enero con la tradicional bendición de animales. Perros, gatos, caballos e incluso alguna cabra engalanada desfilan ante el párroco para recibir la protección del patrón de los ganaderos. Tras la bendición, el ayuntamiento ofrece una paella gigante en la plaza; los comensales comparten sobremesa, música y la satisfacción de haber renovado, un año más, el espíritu colectivo que da vida a la fiesta.